Impacto de la Filosofía Montessori en el Adulto Mayor
A lo largo de la vida, entre otras cosas, nos enfocamos en convertirnos en seres autosuficientes e independientes, capaces de conquistar desafíos por nosotros mismos, ejecutar actividades diarias con la mayor autonomía posible y sentirnos realizados cuando nuestras acciones nos permiten sentir que el mérito es propio. Desde desafíos pequeños como aprender a atar las hileras de nuestros calzados, cocinar sin ayuda, ser económicamente independientes hasta dirigir equipos de trabajo u obtener la autorrealización. ¡Y si! cada paso a la autosuficiencia se constituye en una conquista personal.
De pronto, a medida que pasamos por las diferentes etapas de la vida, llegamos a aquella que es ambiguamente añorada y temida por muchos: la ancianidad. Muchos nos imaginamos viviéndola plenamente con nietos a quienes les daremos cuantas golosinas y mimos se nos apetezca o llevando una vida sin premura y sin presiones, otros nos imaginamos serenos haciendo lo que en la etapa de la adultez no pudimos hacer por las exigencias diarias de la vida y no faltamos los que nos imaginamos libres de acción y pensamientos cargados de sabiduría para brindar.
Lo que de pronto no nos imaginamos, o lo sabemos, pero por aquel temor latente no admitimos, es que llegar a esta etapa también implica perder paulatinamente todas aquellas conquistas de autosuficiencia e independencia. De repente, casi sin darnos cuenta, gira nuevamente el ciclo y empezamos a olvidar y perder nuestra capacidad de independencia. Ya no podemos atar las hileras de nuestros zapatos, olvidamos si tomamos o no el desayuno, queremos sostener una conversación y no recordamos las palabras precisas para hacerlo, ¡ya no podemos cocinar!, el vestirnos solos se convierte en una dificultad e incluso olvidamos para qué sirve cada utensilio en casa.
En Happy Minds creemos firmemente que llegar a esta etapa no debe significar un declive y mucho menos caer en la resignación. Es aquí donde la filosofía Montessori cobra valor y nos ayuda a hacer de esta etapa de la vida un momento vívido satisfactorio.
La filosofía Montessori nos enseña que el elogio es un motor poderoso para promover la acción, que cada ser humano tiene su tiempo y hay que respetarlo, que un ambiente basado en la cultura de paz facilita el autodominio y la voluntad de acción, que estimular los esfuerzos y los intentos aporta más, que estimular a pensar por sí mismo y no acostumbrarse a recibir la respuesta suma, que la autoconfianza se preserva gracias a un voto de confianza de quien nos acompaña, que alentar es un impulsor, que denigrar y subvalorar generan sentimiento de culpa, te enseña a escuchar y responder cuanta pregunta se te haga, que un lenguaje propositivo mueve más que una orden tácita, que ser guiado es un factor determinante para tener logros, que el amor, la paciencia y la tolerancia se inculcan y se aplican en búsqueda del bienestar común, que el método activo se enfoca en fomentar desde la indagación y la imaginación y sobre todo nos enseña que cada quien tiene su ritmo y que lo que debemos valorar es el intento y no sólo el resultado.
A partir de tan enriquecedora filosofía, es que podemos hacer del día a día del adulto mayor un momento para crecer, para recobrar la confianza, para promover el intento, para activar la voluntad, para demostrar que siempre se puede más, para incitar la acción a través de la voluntad, para encontrar sentido y propósito a cada cosa, para no dejar de ser ni dejar de hacer. En sí, convertirnos en esos guías que nos impulsan tan necesarios en la vida, nos motivan y nos dan ese voto de confianza que necesitamos para mejorar nuestra calidad de vida y como diría María Montessori “Tan sólo ayúdalo a hacerlo por sí mismo, pues cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo”
En el Centro Ocupacional para la tercera edad HappyMinds, día a día ponemos el mayor de nuestros esfuerzos para ser congruentes con tan noble filosofía, recibimos a nuestros beneficiarios con entusiasmo para impulsarlos a desafiarse, atreverse a intentar y anular pensamientos como “Es que yo ya no puedo” “Es que ya estoy viejo para hacer estas cosas” “Mejor me quedo en casa a ver la televisión”. Nosotros les damos propósito, les demostramos que creemos en ellos, les damos herramientas y ejercicios que aportan a su lucidez y sobre todo los escuchamos y guiamos evitando el deterioro y el tan temible dejar de ser y, no menos importante, les brindamos un entorno basado en una cultura de paz donde interactúan entre pares, comparten vivencias, escuchan música que les despierta recuerdos, juegan y bailan, recuperando esa picardía que promueve risas a carcajadas que son el alimento para el alma.
¿Te gusta nuestra iniciativa y nuestro principio filosófico? Ven y conoce nuestro programa pensado con el corazón.
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