El NO – Una enseñanza a medias

 El NO – Una enseñanza a medias

En este momento te invito a que reflexionemos y hagamos un recuento de cuántas veces les dijimos NO a nuestros hijitos a lo largo del día… ¿Son muchos o pocos? ¿son reiterativos para la misma conducta? Siendo honesta a mí me tocó usarlo al menos 8 veces, pero entiendo que mi posición es diferente pues yo actualmente estoy en el proceso de dar autorizaciones al chorro de actividades sociales de mi apreciada hija, un maravilloso ser que ya llegó a los 16 años. Esa es otra historia que en otro momento se las contaré, pero particularmente hoy me enfocaré al uso del NO en la primera infancia.

Lo cierto es que el uso del NO es importante y valioso para el sano crecimiento de nuestros peques, significa establecer un límite, frenar las conductas o reacciones no deseadas, delimitar márgenes de lo permitido o lo que no e incluso ir clasificando elementos para una pronta diferenciación de lo negociable y lo no negociable. Dicho eso, dejamos por sentado que la presencia del NO en nuestro afán de disciplina y corrección es vital y necesario, es la base para desarrollar límites, para educar no a partir de la culpa sino de la comprensión, incluso para aprender a diferenciar entre lo bueno y lo malo o lo correcto o incorrecto hasta incluso lo aceptable y lo inaceptable.

Entonces decir un NO para nada resulta contraproducente o traumático, todo lo contrario, es una enseñanza de vida. Así que mamis y papis perdamos el temor a dar un NO contundente, tengamos conciencia de que darlo por los motivos correctos es también un acto de amor y sobre todo que los límites a tiempo nos aligeran el camino de la paternidad.

Pero he notado que hay algo valioso a considerar: lo importante es cómo lo dices y con qué lo acompañas. Eso marcará la diferencia para que no tome un tinte castrante sino con la finalidad de guiar y forjar para el camino de la vida.

Tal vez en este punto te surge la consulta ¿Cómo decirlo y cómo no decirlo?, déjame apoyarte a absolver tus dudas. Las variables a considerar son: el nivel energético con el que lo pronuncias (energía positiva orientada a mejorar una acción o energía negativa enfocada a descargar coraje o molestia); el tono de voz que utilizas (Un tono compasivo casi tirado al ruego, un tono firme sin torpeza, un tono drástico, imponente o intimidante); el nivel de coraje (Si lo dices con calma y sin perder la compostura o al contrario lo dices en modo olla a presión a punto de explotar o en definitiva en modo volcán en pleno proceso de erupción); y, la intencionalidad (establecer un límite para promover disciplina o preservación o al contrario con la intención de “adultizar” al niño esperando un proceder complejo para la edad de tu peque).

Si queremos acercar nuestro proceder a la forma más provechosa toma en cuenta lo siguiente:

a) Primero tener claridad los límites que queremos establecer a través del NO (no se vale a la misma conducta en ocasiones ser permisible y en otras no, pues esto sólo genera confusión y no corrige. Así que si elegiste que NO puede pisar el sillón no lo permitirás ni de juego, ni porque esta cansado o porque hay visitas y quieres mostrarte comprensivo y complaciente). En suma, arma tu lista de NO y en esto tienes libertad de elección.

b) Paso seguido toca pensar que si vamos a decir NO automáticamente ingresa a la lista de los innegociables, por lo que debemos asegurarnos que haremos que ese NO sea perdurable y sostenido a lo largo del tiempo.

c) Posteriormente toca armar un diálogo sencillo y preciso. ¿Verdad que a veces nos sale la tendencia dialéctica y filosófica donde nos armamos con una artillería de explicaciones y volvemos nuestro discurso una nutrida ensalada de frutas? Pues bueno, los niños son básicos, no necesitan alta información y argumentación, una frase sencilla y precisa ayuda más a lograr el entendimiento. Recuerda, al ser un diálogo que demanda ser pensado, no es recomendable armarlo mientras lo decimos, aquí aplica de maravilla el formar nuestro guion con antelación.

d) Antes de aplicar nuestro diálogo es necesario hacer un espionaje interno a lo emocional. De este modo no caemos en las variables mencionadas anteriormente (que nos gane la emoción, que seamos incisivos, que hablemos desde la ira, que estemos en modo compasivo y caigamos en la súplica o que lo hagamos sólo por mero fastidio o cansancio). Recuerda, un stop para no entrar en un diálogo que terminará en enojo es responsabilidad personal y para aquello existe la introspección (mirar hacia uno mismo) y es mejor reconocer que hablarás con el enojo y decidir aguardar para hacerlo cuando nuestra intensidad haya bajado.

Ahora bien, hasta este punto ya hemos comprendido cómo decirlo, y acá viene el elemento más importante: Con qué acompañas ese NO. Te daré algunos contextos que nos ayudará a comprender lo poderoso de esta compañía: Imagina que vas por una carretera nueva, con un solo camino y te topas con un cartel que te dice prohibido pasar... ¿cómo te sientes ante una prohibición sin una guía que te indique por dónde SI puedes hacerlo? Te pasó alguna vez que presentaste un proyecto o un trabajo y te dijeron “NO cumple con lo esperado, vuelve a realizarlo” pero en ningún momento te explicaron cuáles son los parámetros que faltan o que debes corregir ¿Qué sensación te deja aquello? O recuerda esos momentos cuando en una relación interpersonal (con los papis, amigos o pareja) surgió un “Esto NO es lo que espero de ti” y pues eso te quedó claro, pero te sientes en la nebulosa y juegas a la adivinación para poder descifrar qué SI esperan de ti.

Espero que los contextos anteriores sirvan de hincapié para comprender que todo NO debe ir acompañado con un SI. Así como lo lees, ese SI se volverá el verdadero elemento catalizador para suscitar un cambio. Pues el NO es el elemento correctivo (te indica la conducta no deseada) y el SI es el elemento guía (te indica cuál es la conducta de reemplazo que por cierto es la aceptable o esperada).

Cuando estamos en el afán de dar esta dirección en la primera infancia es valioso dejar en claro que un NO se puede establecer, incluso me atrevo a decir se debe establecer, acompañado con la acción de reemplazo. Por ejemplo, “no hace falta me pidas las cosas llorando, puedes hablar con calma y así te entenderé”, “Deja de usar las manos para comer, utiliza la cuchara por favor”, “Cuando golpeas lastimas, utiliza tus palabras”, “Deja esa golosina, podrás comerla después del almuerzo”, “Evita meterte el dedo a la nariz, toma un papel para limpiarte”. Estos son algunos ejemplos que demuestran cuan enlazado deber estar el NO con el SI.

Finalmente, Si lo notas, en mis ejemplos, no figura un NO explícito, este puede ser implícito y ayuda a evitar la sensación de prohibición constante.

Recuerda que nuestro lenguaje es amplio y rico en sinónimos, por lo que no necesariamente existe la necesidad de la presencia del NO, puedes remplazarlo por un surtido de palabras que obrarán con el mismo tenor (poner un límite) sin su uso exclusivo y recurrente.

Pues bien, al ejercer la paternidad recordemos que somos guías de nuestros peques, y un buen guía te dará la luz de alerta de lo que tacha en lo incorrecto, pero también te dará la señal de qué si es correcto y el camino a tomar. Es labor nuestra establecer límites y corregir conductas, pero también lo es mostrar las conductas esperadas. Te invito a poner en práctica estos consejos y espero que hayan sido de aporte para ti y te fortalezca en tu día a día como papá o mamá en proceso de formación, pues todos entramos a este tren con voluntad, pero sin manual. ¡Éxitos en la aplicación!

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