Las manos para acariciar y conectar

En algún momento de nuestras vidas surgió el deseo de ser papás, con motivos o estímulos diferentes, lo cierto es que decidirlo va más allá de consolidar una familia con los componentes que se enmarca en la sociedad, significa asumir el compromiso de guiar una vida, ser un formador de un ser y responsable del desarrollo de su existencia.

Dentro de todo lo que implica aquello está inherente la responsabilidad de dar disciplina, sembrar valores y principios que determinarán el adulto en el que se va a convertir este pequeño ser. Es por aquello que la paternidad es desafiante, nos obliga a tener entereza, fortaleza, autocontrol y autodominio para afrontar cada etapa que conlleva.

En este proceso, existe una disyuntiva de cómo disciplinar y lograr obediencia en los niños, existen quienes aún consideran que los métodos violentos son una buena forma de poner límites y otros quienes argumentan que en ocasiones tiene sus ventajas, sin embargo, la ciencia y el estudio del desarrollo humano ya hace mucho han demostrado que ninguna forma de castigo físico es justificada y que dista mucho de lograr la disciplina esperada.

Hoy por hoy ya sabemos a ciencia cierta las consecuencias que pueden presentarse, que nos alejan del propósito de ser guías de vida. El castigo físico afecta negativamente el desarrollo, con consecuencias negativas a corto y largo plazo, entre ellos se encuentra: 

  • Desarrollo cerebral atípico afectando la zona del manejo de emociones y por consiguiente del comportamiento y éxito social
  • Menor desarrollo cognitivo
  • Salud mental deteriorada con riesgo de desarrollar depresión y ansiedad en la adolescencia y edad adulta
  • Menor capacidad de autocontrol con dificultad para manejar emociones y tener un buen comportamiento
  • Mayor tendencia al uso de la agresividad como recurso, menor obediencia inmediata, menor internalización moral, menor autoestima
  • Uso de la violencia para resolver conflictos con pares y tendencia al uso de elementos químicos para controlar la sensación que provoca la violencia o sus consecuencias.

Lo más irónico del caso es que el castigo físico produce efectos totalmente contrarios a lo que se busca a través de su uso, de hecho, es alta la probabilidad de que incremente el compartimiento indeseable, empeorando el mal comportamiento, reduciendo la capacidad de autorregulación y autodisciplina del niño. Y aunque ya sabemos que el castigo físico no logra el propósito, es algo que sigue inherente en el ser de algunos, que guiados por el impulso lo utilizan esperando remediar una conducta o de pronto descargar la ira que les provoca no conseguir establecer un límite o anular una conducta impropia.

Está demostrado que otros métodos de disciplina no violentos son mucho más efectivos para garantizar el desarrollo pleno y un buen comportamiento. 

Partiendo desde la base de que no utilizar el castigo físico no significa de ninguna forma dejar que los niños hagan lo que quieran, pero claro, estos métodos son de camino más largo y demandan seamos más consecuentes, más pacientes y no necesitemos la inmediatez para resolver algo. De hecho, cuando se acude al castigo físico como forma correctiva se está usando el camino “fácil”, el “ya te dije”, “ya te demostré” “Ya te pedí no lo hagas”.

No utilizar el castigo físico implica dejar de utilizar la violencia y empezar a usar la disciplina. Para ello, se debe comprender que la disciplina efectiva se fundamenta en establecer reglas claras en el hogar, con límites y consecuencias, en el diálogo como mecanismo reflexivo, en la consistencia y desde una posición empática para entender las razones del comportamiento de los niños.

Y disciplinar es un proceso que demanda constancia, presencia, participación activa, involucramiento y alta capacidad estratégica. Implica ser capaces de crear entornos seguros y protectores, saber brindar un buen trato incluso ante una mala conducta, generando apego seguro, empatía y reciprocidad. Implica dejar de enfocarnos únicamente en lo malo, poner en alto las buenas conductas, apreciar los intentos de ser disciplinado e incluso hacer evidente cuando notamos pequeños cambios en los niños, pues estos cambios son reflejo de su buena intención. Instaurar disciplina demanda seamos consistentes (regla puesta, regla que se cumple) y desarrollar escucha empática, pues es nuestro deber entender las razones del comportamiento del niño. Recuerda, toda conducta tiene un origen y un motivo, si tu te enfocas en la conducta estás resolviendo las cosas desde lo superficial, enfocarte en los orígenes o detonantes te ayudará a poner solución profunda.

Antes de usar cualquier castigo físico recuerda que durante el acto tu niño experimenta tristeza, miedo, enojo, impotencia, culpa, confusión y por ende su estado emocional se verá afectado, dañando incluso su autoestima y autoimagen. Al sentirse en peligro y amenazado desarrolla estrés fisiológico.

La sensación de soledad y abandono, surgen ante la falta de diálogo y reflexión, elemento que tu niño necesita para encontrar modos alternativos de actuar y expresar sus emociones, es la base que te ayudará a resolver la conducta desde el origen. 

Recuerda, cada conducta viene de una emoción escondida, por lo que lo más recomendable es enfocarte en la emoción y resolver aquello antes de dar prioridad a la conducta.

Y en cuanto a ti, actúa con tu niño pensando desde la necesidad, desde la posición empática, desde la tolerancia, desde la comprensión y desde el rol quecumples, no olvides que eres su guía y ser guía significa asumir la responsabilidad de dar horizontes, de dar pautas, de dar dirección, tu papel no es sólo corregir, es anticiparte y evitar escenarios que provoquen una conducta adversa, es prevenir y aquello lo lograrás con una disciplina positiva y consistente. Las pautas las das tú, recuerda que tu niño se está formando y que busca maneras de hacerte notar que algo le afecta, ante aquello eres tu el responsable directo de cuidar su emocionalidad.

Tu presencia activa y real evitará en muchas maneras que tu peque necesite desarrollar conductas adversas para llamar tu atención. Está en tus manos actuar desde la prevención y evitar usar las manos para resolver. Tus manos de guía fueron diseñadas para acariciar y conectar con tu peque, para establecer un vínculo, no para corregir una falencia que de pronto fue provocada por tu ausencia o falta de involucramiento. Decide y elige ser un papá o mamá activo, presente, alerta,

constante, involucrado, atento y participativo, tu presencia emocional y dedicación te facilitarán instaurar disciplina y vivir la paternidad con alta satisfacción.

¡El equipo Happy Minds espera este artículo te haya invitado a la reflexión, te impulse a cada día ser mejor y sobre todo te ayude a tener un mejor viaje en este maravilloso trayecto denominado paternidad! Para complementar este artículo te invitamos a leer en este Blog nuestro artículo “Aprendizaje por convicción y valores –

Una vía educativa saludable”, “El No, una enseñanza a medias”

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